Lo primero de todo, ¡GRACIAS POR TUS COMENTARIOS, AYA! me hizo mucha ilusión recibirlos. Con decirte que hasta lloré...
Creo que le he perdido el miedo al fanfiction, al menos un poquito. Así que lo colgaré n.n
Este capítulo no me gusta nada, demasiada transición y poca miga. Pero a veces estas cosas son necesarias para avanzar con la historia.
Aya, creo que vas a tener todavía más ganas de matar a Ron. Creo que ya las tengo hasta yo, y eso que me encanta... pero ya haré algo bueno con él más adelante, el pobrecillo es un poco simple y necesita de varios capítulos para centrarse un poco xD
Bueno, y aquí va el tercer capítulo:
Cap. 3: El intercambio
- Sangresucia – dijo a modo de saludo Draco cuando la vio bajar.
- ¡Oh, qué original! – ironizó Hermione cuando llegó a la sala común – Deberías escribir un diccionario con los insultos con los que me obsequias. No será mucho trabajo, para la hora del desayuno ya habrás terminado – continuó mordaz.
- Tranquila, Granger. Para ti tengo todos los insultos que quieras. Pero no quiero que te dé un sofocón el primer día, pensarían que te he hecho algo – sonrió socarronamente el rubio.
¿Cómo habían llegado a esa situación? ¿Cómo habían podido ceder a las artimañas del viejo loco? Ahora se encontraba compartiendo torre con la sangresucia, ¡con la sabelotodo Granger! ¿No se suponía que ser Premio Anual consistía en eso, en un Premio? ¡Esto era un castigo!
Aunque pensándolo bien, el verdadero castigo hubiera sido quedarse con el resto de Slytherins. Lo pasó francamente mal la noche anterior. Quizás fueran paranoias suyas, pero Nott le había mirado de forma muy suspicaz, y había insistido mucho en que por qué habían tenido que aplaudir durante la cena.
La mayoría se habían mostrado satisfechos con la explicación de que había que actuar como mejor les conviniera. Allá cada uno con lo que creyera, pero si les iba a aportar mayor beneficio adular un poquito a Dumbledore, no deberían caérseles los anillos por ello. A fin de cuentas, la guerra ya había terminado y todos sabían cómo.
Sin embargo, había un sector – a su parecer instigado por Nott – que se mostraban reacios a aquella “humillante sumisión” – como ellos mismos la habían llamado, – y que al parecer pretendían seguir con su cruzada particular por la pureza de sangre.
Sería algo más complicado enterarse de las cosas ahora que ya no iba a dormir allí nunca más, pero también era un alivio saberse alejado y a salvo de aquellos que no se tomarían demasiado bien su pequeña-gran traición.
- ¡Hermione! ¿Dónde te metiste anoche? ¿Y esta mañana? No te hemos visto bajar – le reclamó Ginny en cuanto la vio llegar a la mesa de Gryffindor – Necesito hablar contigo.
Harry la miró saludándola con la mano mientras apuraba un vaso de jugo de calabaza.
Ron ni siquiera se volteó para verla, tan ocupado como estaba contándoles sus batallitas de quidditch a unas chicas de sexto.
- ¡Hola chicos! – saludó dirigiéndose a los dos primeros. – Pues veréis – dijo en un suspiro – me ha ocurrido algo increíble.
La voz del director pidiendo silencio impidió que continuara hablando, y se sentó en frente de Ginny.
En ese momento, Draco Malfoy hacía acto de presencia en el comedor, escoltado por Pansy Parkinson y sus dos gorilas.
- Queridos alumnos – comenzó Dumbledore – como sabrán, este año todavía no habían sido nombrados los Premios Anuales. Y ahora que la guerra ha terminado, hemos modificado algunas de las normas para favorecer la relación entre las diferentes casas. Así que, a partir de este año, los Premios Anuales compartirán algo más que tareas y obligaciones – todos los alumnos lo miraban ahora con curiosidad. – Ha sido creada la torre de los Premios Anuales, en la que ambos vivirán durante todo el curso.
Todo el comedor se llenó de murmullos de sorpresa por la noticia.
- Y los alumnos que se beneficiarán de estos nuevos privilegios – continuó el director alzando un poco más la voz – son: Hermione Granger, de Gryffindor y Draco Malfoy, de Slytherin.
Nadie dijo nada durante algunos momentos. El estado de shock era generalizado, pues toda la escuela conocía la mala relación entre ambos alumnos.
La mesa de Gryffindor y Slytherin miraron con una mezcla de escepticismo y compasión a sus respectivos Premios Anuales. El resto de casas no tardaron en comenzar a cuchichear sobre el “bombazo”.
- Herms, ¿es eso cierto? – le preguntó Harry – ¿de verdad compartes torre con Malfoy?
Ella sólo asintió levemente con la cabeza sin levantar la vista de su plato.
¡Qué estúpida había sido! Desde que se enteró de la fatídica noticia, sólo había logrado lamentarse de su mala suerte. Ni siquiera había pensado en la reacción del resto del colegio. ¡Era la comidilla de todo Hogwarts! Todos sabían que se odiaban a muerte; iban a esperar, apostados en cada esquina, para ver quien lanzaba la primera maldición.
- ¡Escuchad un momento! – reclamó de nuevo el director, con la voz amplificada. – Todavía tengo una noticia más que daros. Esta noche vendrá un visitante y se quedará con nosotros durante cierto tiempo. Se trata de una nueva actividad escolar, y os rogaría que fueseis puntuales para la cena.
- Herms, ¿estás bien? – se interesó Harry que la observaba preocupado. La chica no parecía tener muy buena cara.
Ésta asintió de forma distraída al tiempo que observaba de reojo como, en la mesa de Slytherin, un altivo rubio tomaba su desayuno elegantemente al tiempo que ignoraba los intentos de Parkinson por iniciar una conversación, y los cuchicheos que flotaban a su alrededor.
¡Será imbécil! – Pensó – ¿Qué mal he hecho yo para merecer esto? He sido una alumna ejemplar, ¡este castigo es demasiado!
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Siempre que se había enfadado alguno de los tres, se formaba una situación incómoda para el esto. Hermione no recordaba unos momentos tan tensos desde que Harry y Ron dejaron de hablarse en cuarto curso. Y ahora era igual, pues ella no pensaba ceder y suplicar por unas disculpas que no sentía ante el testarudo e inmaduro de Ron. Por mucho que le gustara.
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El primer enfrentamiento del día tardó bastante en llegar. Pero llegó. Habían finalizado las clases, y Hermione se dirigía a la torre de Gryffindor acompañando a Ginny. Ésta le contaba cómo había acorralado a Harry después del desayuno y le había dicho que ya no tenía excusa alguna para no salir con ella. Acto seguido le había besado.
- Y dice que no es una traidora. ¡Ja! Ya no sólo es su amiga, ¡sino que viven juntos!
Hermione cruzó la sala común de dos zancadas, enfurecida como estaba, para colocarse frente a la chimenea, donde Ron y Lavender estaban cuchicheando sentados en el sofá.
- Ronald – le llamó, seca – Ya has oído lo que ha dicho Dumbledore, son las nuevas normas, yo no lo he decidido. Así que haz el favor de no inventarte cosas.
- ¡Podrías haberte negado! – le reclamó furioso el pelirrojo.
- ¿Y por qué habría de hacer algo así? ¡Yo quiero ser Premio Anual! – alegó la chica perdiendo la serenidad que había intentado mostrar.
- ¡Te has vendido! – dijo ahora gritando Ron - ¡Ya no eres una Gryffindor, eres una traidora!
No respondió. Apretó los dientes y giró sobre sus talones, dirigiéndose al exterior de la torre. Ginny la siguió.
- No le hagas caso. Se enfadó y ahora no sabe como pararlo.
- Es un imbécil – sentenció Hermione con la voz quebrada.
- Es cierto, pero está dolido porque te quiere.
- Eso no es cierto.
- Sí que lo es.
- No, no lo es.
- Claro que sí, todos lo sabemos.
- Pues todos os equivocáis.
- Es sólo que él no lo quiere reconocer.
- Pues ya es demasiado tarde, porque ya no le perdono más.
- Sabes que no es cierto – repuso Ginny – Lo harás en cuanto te diga que te quiere.
- No lo hará. Me voy a mi torre.
- ¿Con Malfoy? – preguntó pícaramente la pelirroja - ¡Oh, vamos, Herms! ¡No pongas esa cara! – exclamó al ver como su amiga arrugaba la nariz – Al menos te ha tocado con uno que está bueno, imagínate si hubiera sido McMillian – dijo poniendo cara de asco.
- ¡Me voy a mi habitación! – gritó enfadada la castaña mientras se alejaba – ¡sola! – volvió a gritar antes de desaparecer tras una esquina.
¿En qué demonios está pensando esta loca? – pensó entre maldiciones Hermione al tiempo que se acercaba al cuadro de Apolo y Dafne, que la miraban sonrientes.
- Querida, hace un día hermoso, ¿cómo traes esa cara? – le preguntaron en cuanto llegó.
- Ella también le odia, ¡cómo puede bromear con esas cosas! Yo le odio, él me odia, ¡compartir torre es una locura!
- La contraseña, querida…
- Sapientia Maxima.
El cuadro se abrió hacia un lado dejando espacio para pasar a la sala común.
La expresión de Hermione se suavizó un poco. Lo cierto es que su nueva sala común era un lugar bastante acogedor: un gran sofá blandito frente a una enorme chimenea; a los pies, una mullida y peludita alfombra de color crema; junto al sillón orejero, una lamparita de pie ideal para sus largas lecturas. Las tapicerías eran de color vino y verde pastel: una combinación agradable y acogedora, y los muebles eran de madera de cerezo.
La biblioteca estaba al otro lado de la estancia. Varias estanterías repletas de gruesos libros, una amplia mesa con dos sillas acolchadas y Parkinson sentada en una de ellas.
- ¡Parkinson! – escupió cuando se recobró de la sorpresa - ¿se puede saber qué haces en mi torre?
Sorprendentemente, Pansy se levantó con rapidez, como si la hubieran pillado en una travesura.
- Siéntate, Pansy – ordenó una voz desde la entrada – Está aquí conmigo y esta torre no es sólo tuya, Granger.
- ¿Acaso piensas traer aquí a todas las guarrillas con las que te juntas, Malfoy? – volteó para encararle molesta.
- Traeré aquí a quien me dé la gana, sangresucia – replicó altivo – Te diría que hicieras lo mismo, pero ya que el pobretón no te habla y San Potter está muy ocupado besuqueándose con la mini-Weasley por los pasillos…
La cara de Hermione era todo un poema, pero no porque Malfoy hubiera insinuado que no tenía amigos. ¿Cómo hacía el hurón para enterarse de los chismes tan rápido?
- ¿Cómo lo…?
- Todo el mundo sabe que Weasley no te habla. Y en cuanto a Potter, los he visto – aclaró con voz seca – y ha sido lo más desagradable que he tenido que presenciar en mucho tiempo.
Arrugó la nariz en un gesto de asco exagerado, incluso para alguien como Draco Malfoy.
En la planta superior se escuchó un portazo, y acto seguido unas pisadas bajaron por las escaleras.
- ¡Hey, Granger! – la saludó con una sonrisa – ¿Cómo va eso? (2)
Lo miró estupefacta, sin poder articular ni una palabra. ¿No era Blaise Zabini el que acababa de saludarla amigablemente?
- ¿Que cómo va eso? – repitió incrédula – ¡Mal!
- ¿Qué le has hecho, Draco? – preguntó divertido señalando hacia arriba – Y por cierto, ¿qué hacías mirándole el culo?
- Joder, Blaise. Es la sangresucia. ¿Cómo voy a mirarla? – saltó a la defensiva el rubio.
- No creo que eso ya importe mucho. Además, ignorando el nido que tiene incrustado en la cabeza, tampoco está tan mal – valoró el moreno.
- ¡Es Granger! – exclamó como último argumento Draco, volviendo a arrugar la nariz.
Zabini se rió suavemente al verlo.
- ¿Para qué nos has llamado, Draco? – inquirió Pansy mostrándose levemente molesta.
- Tú – dijo señalándola el rubio – ¿Es que ahora vas a tener la costumbre de esperar a que te defienda, o qué? – Pansy le dedicó una mueca bastante desagradable. – Tenía que hablar con vosotros en privado.
- Y bien, ¿qué sucede?
- Supongo que habréis leído el Profeta estos días – los dos asintieron. – Entonces sabréis que mi padre y mi tía Bellatrix se han fugado de Azkaban – volvieron a asentir. – He hablado con el viejo loco y sigue pensando que Hogwarts es infranqueable.
- ¿Qué insinúas, Draco? ¿Que tu padre planea atacar Hogwarts? – se preocupó Pansy.
- ¡Por supuesto! No es tan difícil como quiere hacer pensar el viejo.
- ¿A qué te refieres con eso? – preguntó Blaise - ¿Acaso sabes cómo entraron el curso pasado?
- Claro, yo los dejé pasar – confesó Malfoy.
Una cosa era que medio-confiara en ese par (al fin y al cabo le apoyaron públicamente en la mini-revuelta de la sala común), y otra muy distinta que les largara sin más toda la información que tenía. Ni siquiera él sabía a ciencia cierta qué hacer. Metió la mano en el bolsillo de su capa y sacó un pergamino pulcramente doblado. Evidentemente, ni Blaise ni Pansy sabían de la existencia de esa carta. Un Malfoy siempre se guarda un As bajo la manga. Y por esa misma razón, tampoco debía limitarse a lo que su padre había escrito.
Se sentó para leer, por enésima vez, el pergamino que había recibido a mediodía:
Draco:
Después del rumbo que tomaron los acontecimientos este verano, he de suponer que te encontrarás de nuevo en Hogwarts. Así que no creo necesario tener que recordarte que guardes a buen recaudo esta carta.
Tu tía Bellatrix y yo estamos en un lugar seguro, contactando con los seguidores del Lord que quedan en libertad. Todavía quedamos bastantes y esto no tiene por qué acabar. Sé que no eras muy partidario del Lord, por eso disculpo tu actuación del curso pasado. A fin de cuentas él era sólo un mestizo.
Pero las cosas van a ser diferentes ahora. Estamos movilizados y ellos no esperan un ataque repentino. Esta vez la victoria será para la sangre pura.
No puedo darte más detalles, sería peligroso en caso de que la lechuza fuera interceptada. No intentes ponerte en contacto conmigo. Yo te avisaré de todo lo que debas saber.
Tu padre,
Lucius Malfoy
A simple vista, parecía que su padre confiaba en él, a pesar de lo sucedido el curso anterior. Pero la excusa de las lechuzas interceptadas no era suficiente como para no haber dado ningún detalle más, aunque fuera en clave.
No, no había ningún código oculto. La única pista que veía después de haber revisado concienzudamente cada palabra, era que su padre no confiaba en él. Y con razón.
- Queridos pupilos – comenzó alegre el director en cuanto se llenó el comedor para la cena. – Tal y como prometí esta mañana, voy a explicarles la nueva sorpresa que les tenemos deparada este año.
Todos se dispusieron a atender lo que el buen hombre tuviera que contar, pues ese año estaba resultando ser bastante novedoso.
- Supongo que estaréis pensando que hay muchas novedades para ser principios de curso – adivinó el anciano. – El motivo es que pensamos retomar ciertas actividades de las que prescindimos antaño por falta de seguridad. Se hizo una excepción con el Torneo de los Tres Magos, y todos sabéis que el resultado no pudo ser peor – anotó con voz algo apagada. – Sin embargo, a partir de ahora, podremos ir retomando algunas de estas actividades. No sin ciertas precauciones, claro está. Todavía quedan algunos mortífagos en libertad que esperamos terminen pronto en Azkaban…
Los alumnos comenzaron a revolverse inquietos en sus asientos. Dumbledore se había entretenido demasiado tiempo divagando, y todos querían saber ya de qué misteriosa actividad se trataba.
- Os presento a Alexei Nikolaev – anunció de pronto Dumbledore, volviendo a la realidad.
Un joven alto, de piel blanca y pelo oscuro se situó junto al anciano.
- Errr… en-cann-ta-do – saludó tímido al comedor con un fuerte acento.
- Como habrán podido adivinar, se trata de un alumno de Drumstrang, y va a pasar aquí los próximos tres meses como alumno de intercambio.
Murmullos de sorpresa inundaron el comedor.
- Y cuando el Sr. Nikolaev se marche, otro alumno de Hogwarts, a partir de quinto curso – de veras que lo siento por los menores, – será elegido para pasar tres meses en la escuela de Durmstrang.
- Como veis, ésta es una actividad promovida para fomentar las relaciones internacionales. Además de que el elegido obtendrá puntos extras para su casa y gozará de ciertas ventajas, como ausentarse de la clase de nuestro querido profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras durante algún tiempo – Dumbledore se rió divertido ante su ocurrencia, a lo que Snape le miró agriamente. El resto del comedor observó la situación estupefacto, pero pronto las risitas mal contenidas comenzaron a escucharse en las diversas mesas.
Severus Snape no dudó en lanzar una furibunda mirada a los sonrientes alumnos, sobre todo a la mesa de Gryffindor, que parecía divertirse sobremanera con la situación. Probablemente lo pagaran caro al día siguiente.
- Y para continuar con la tradición – intervino, salvando la humillante situación para el serio profesor, McGonagall, - nuestro nuevo alumno deberá ser seleccionado en una de las cuatro casas.
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Notas:
(1) : Que yo recuerde, el libro dice claramente que Zabini es negro. De hecho lo estoy leyendo en inglés ahora mismo y pone "black" osease que no hay ninguna duda. Sin embargo, en todos los fanfics que he leído hasta la fecha, lo pintan como un chico moreno de pelo y pálido de piel ¿Ha salido en alguna de las pelis?. Reconozco que la idea me gusta, quizás porque sin querer, lo acercamos más a los estúpidos cánones de belleza occidentales y tal. Lo dicho, una tontería, y sino... mirad a Will Smith :D~~ hasta con las orejotas n.n
(2) : Ey, ¿cómo va eso? *wink* oooooh Joey!! adorei adoreiiiiii xD