Este es mi primer fanfic en este blog, de hecho es el primer fanfic en serio que escribo. O al menos tan en serio como para continuarlo más de un capítulo.
Es de Harry Potter (aquí van las típicas aclaraciones de que si los personajes no son míos y tal y cual... si fueran míos habría cosas muy diferentes en la historia xD)
Es un Draco/Hermione
Cap. 1 El último regreso a Hogwarts
En el tren de camino a Hogwarts se escuchaba un bullicio superior al de otros años. Y no era para menos, la comunidad mágica estaba de celebración y ésta se había extendido a todos los rincones de Inglaterra. Todo el mundo se encontraba en los pasillos, o apostados en las puertas de los compartimentos. No querían perderse el momento en que el gran Harry Potter apareciese. Sin embargo, el tren inició su marcha y Harry no parecía haber subido. ¡El salvador del mundo mágico no estaba en ese tren!
Estaban impacientes por verle, por que les contara de una vez cómo había sido esa precipitada batalla. Porque si algo había sido, era precipitada. Nadie se esperaba una resolución tan rápida. Ambos bandos estaban preparándose para una larga guerra, y sin embargo, en una calurosa tarde de agosto terminó todo. Sorpresivamente, Voldemort había muerto. Para siempre. Y todos querían escuchar, de primera mano, la historia de la terrible lucha. Querían felicitar a Harry, agradecerle el haberles salvado. ¡Tenía que estar en ese tren! ¡No podía haberse escabullido tan fácilmente!
La gente comenzó a revolverse inquieta. Potter tenía que encontrarse en algún lado, ese día comenzaban las clases y era su último curso, no podía faltar.
Una chica, de enmarañados rizos castaños, intentaba abrirse paso entre el gentío para llegar al vagón de los prefectos. Evidentemente, todos la reconocieron como la inseparable amiga de su ídolo Harry Potter, y de inmediato la asediaron para interrogarla. Ella tenía que saber dónde se encontraba El-niño-que-vivió. Se agolparon a su alrededor, y entre gritos y zarandeos la acribillaron a preguntas. Por mucho que les repitiera, una y otra vez, que no sabía dónde se encontraba Harry, no la dejaban en paz.
- ¡Ron! - gritó desesperada, esperando que su pelirrojo amigo acudiera a salvarla de aquella jauría exaltada.
Pero Ron estaba demasiado ocupado atendiendo a un grupito de chicas que lo miraban extasiadas, así que ni se percató de la llamada de auxilio de su amiga. Las chicas se peleaban por colgarse de sus brazos, ¡por algo él era el mejor amigo de Harry Potter, y un participante activo en la caída del Señor Tenebroso!
- Ron, por favor… - sollozó, ya sin ánimos de gritar, la chica.
Realmente le estaba entrando verdadero pánico por la posibilidad de morir asfixiada, cuando la puerta del compartimento más cercano, que había permanecido cerrada hasta el momento, se abrió de repente. Se vio salir un brazo que la agarró del hombro y tiró de ella con fuerza. Una vez dentro, volvió a cerrar con pestillo.
El interior estaba en penumbra, pues las cortinas cubrían toda la ventana, dejando apenas espacio para que entrara la luz. Hermione se disponía a abrazar a su salvador para agradecerle el gesto y casi salvarle la vida, cuando la voz de su acompañante la sobresaltó.
- Malditos críos, mira que llegan a ser cansinos - siseó en un tono grave y gélido.
Hermione alzó los ojos lentamente, con miedo a atestiguar que realmente era quien creía. Y finalmente su mirada se cruzó con unos afilados ojos, del color del acero, que la observaban fijamente.
No pudo evitar pegar un pequeño saltito hacia atrás, pegándose a la puerta.
- ¡Malfoy! - chilló - ¿Qué haces aquí? - le señaló acusadora.
Draco arqueó una ceja escépticamente.
- No creerías que iba a esperar a San Potter allí fuera para que me contara sus batallitas - escupió el rubio arrastrando las palabras, al tiempo que se cruzaba de brazos.
- ¡Malfoy! - volvió a chillar Hermione - ¡Ya sabes a qué me refiero! ¿Qué haces en este tren?
- ¿En este tren? Veamos… - se acarició la barbilla con el pulgar, simulando pensar algo complicado - ¡Oh, sí! Ya sé, ¿ir a Hogwarts, como todos? - afirmó asintiendo, como si hubiera descubierto un nuevo mundo - Para ser la bruja más inteligente del colegio, a veces no pareces demasiado avispada - se burló.
- ¡Deberías estar en Azkaban!
- ¿Y por qué, si puede saberse? - fingió sorprenderse el rubio - Que yo recuerde, todavía no he matado a nadie - sentenció tranquilamente. Acto seguido se sentó cómodamente al lado de la ventanilla, con las piernas estiradas, y se dispuso a observar el paisaje a través de una rendija entre las cortinas.
La estancia se quedó en un absoluto silencio, tan solo amenizado por el traqueteo del tren y la algarabía del pasillo, que todavía se escuchaba sordamente a través de la puerta. La penumbra continuaba, pues Draco no había movido las cortinas y seguía mirando al exterior distraídamente. Parecía completamente sumido en sus pensamientos, y ajeno a cualquier cosa que pudiera suceder en el compartimento.
Esta forma de actuar sorprendió aun más a una ya estupefacta Hermione, que no consiguió más que quedarse en pie, paralizada, con la boca y ojos abiertos, intentando encajar esa situación tan extraña. Porque nadie podría negar que esa situación era bastante rara: dos enemigos reconocidos, que normalmente aprovechaban cualquier motivo para insultarse o atacarse si podían, estaban encerrados por voluntad propia en un pequeño cubículo. Y además en son de paz.
Cuando se lo cuente a Harry y Ron no se lo van a creer - pensó la castaña. - Quizás con todo lo que ha acontecido se le han bajado por fin los humos. ¿Por qué otro motivo habría de salvarme sino? - resolvió esperanzada.
Todavía transcurrieron algunos silenciosos minutos, incómodos para Hermione, ausentes para él, tras los que Draco pareció volver al presente.
- Granger… - murmuró al tiempo que dirigía su mirada hacia ella - ¿Qué haces todavía aquí? - vocalizó amenazadoramente - ¡Largo!
- ¿Cómo que largo? ¿Acaso no oyes que todavía hay gente ahí fuera?
- Y a mí qué. ¡Largo! ¡Ahora!
Pero… ¿Por qué narices…? - se preguntó Hermione suspirando - Ya me parecía a mí, este anormal es incapaz de hacer nada bueno…
- ¿Por qué me has salvado entonces, maldito estúpido? - le encaró. - ¿Para una vez que haces una buena acción no quieres que sirva de nada? - dijo sonriendo con suficiencia a la vez que resaltaba las palabras “buena acción” con retintín. - ¡Oh, el gran Draco Malfoy haciendo una acción desinteresada! - canturreó con burla.
- ¿Quién te ha dicho que mi acción es desinteresada… sangresucia? - respondió el rubio con una sonrisa de superioridad en sus labios - De todas formas es cierto, esta es mi buena acción del año, no esperes ninguna más.
Dicho esto, volvió a mirar el paisaje a través de las cortinas. Parecía haber olvidado por completo la presencia de Hermione.
- Malfoy… - susurró asqueada mientras se sentaba en la otra punta del compartimento - ¿qué ha pasado por tu retorcida mente para haberme ayudado a mí, una “sangresucia”? - escupió con enfado mal contenido.
Sí, estaba enfadada. A fin de cuentas, ese engreído la había ayudado, a saber con qué fin. Y eso era algo que se le escapaba de su comprensión. Por más que su lógica mente buscara una explicación, no la encontraba: aquello era completamente anormal, se mirara por donde se mirara. Además, ¿qué hacía él allí? ¿No se había fugado? ¿Cómo se atrevía a volver a Hogwarts tan tranquilo?
- ¿Cómo es que vuelves a Hogwarts? - se le escapó con un toque de impaciente interés que no supo disimular.
Esa voz pareció despertarlo de su ensimismamiento, porque se irguió sobre el asiento y se giró hacia ella con la mirada más arrogante y la pose más altiva de todo su repertorio.
- ¡Je! Te morías de ganas de verme, ¿eh? - sonrió socarronamente - Es inevitable que la gente de tu clase sienta admiración y deseo por una perfección como yo. ¡Todas caéis rendidas a mis pies! - afirmó con orgullo.
- ¡Qué más quisieras, narcisista! - le contestó furiosa. Definitivamente ese engreído no había cambiado para nada.
- Uno que puede - fanfarroneó - no como otras, ¡pelo de rata!
- Al menos algunos usamos la cabeza para algo más que peinarnos - replicó ella mordazmente.
- ¡Ah! ¿Pero es que tú sabes lo que es un peine? - se escandalizó Malfoy - ¡Por Merlín, entonces sí que no tienes perdón! - se rió burlonamente.
- ¡Piérdete, hurón!
- ¡Piérdete tú, sangresucia! ¡Y vete de mi compartimento!
- El compartimento no es de tu propiedad y me quedaré hasta que me dé la gana - se indignó la castaña. - No pienso moverme de aquí hasta que se vacíe el pasillo.
- Lo que quieras, pero al menos cállate - concedió con voz repentinamente cansada el rubio, que desvió su vista nuevamente a la rendija entre las cortinas y se concentró en observar el exterior.
Hermione lo miró sorprendida. Desde luego, aquello era cada vez menos normal. ¿Desde cuándo Malfoy le daba la razón en algo y no se aprovechaba para insultarla y humillarla todavía más? Vale que ese encuentro no había sido nada amistoso, pero no se habían amenazado con las varitas. De hecho ni siquiera las empuñaban.
Sabía que le había dicho que se callara, y aunque lo más sencillo sería hacerle caso, su espíritu Gryffindor la obligaba a hacer una temeridad, pues la curiosidad la carcomía.
- Malfoy… - tanteó - No has respondido a mi pregunta…
- McGonagall vino en persona a buscarme y me pidió que volviera.
¡McGonagall? - se alarmó la chica - Definitivamente, la buena señora se había vuelto majareta. La respetaba, sí, pero tenía que estar como una regadera para ir a buscar a Malfoy después de que, por fin, habían conseguido librarse de él. Y además, ¿qué carajo le pasaba al imbécil ése? Tan pronto estaba ausente como atento, parecía amable o volvía a ser tan impertinente como siempre. ¿Acaso tenía desdoblamiento de personalidad?
- No me refería a eso…
Malfoy bufó molesto.
- ¿No es evidente? Si te mueres antes de que empiecen las clases no voy a tener a quién fastidiar. Creo que va a ser más complicado meterme con el cara - rajada y el pobretón este curso, así que tú escalas posiciones y te vas a convertir en mi mayor distracción - le explicó como quien habla a un niño. - Voy a hacerte la vida imposible, Granger. Parece mentira que la Premio Anual de este año no se haya dado cuenta de mis intenciones - se carcajeó burlón Malfoy.
El rostro de Hermione, que hasta el momento se había mantenido impasible e incluso había sonreído divertido, demudó de inmediato en una expresión sombría. Su mirada reflejaba escepticismo, mezclado con un brillo que se podía clasificar claramente como decepción.
Esto fue algo que no pasó desapercibido para el rubio Slytherin, que ahora la observaba atentamente. Sus ojos se agrandaron levemente sorprendidos, y sus labios formaron una amplia sonrisa que parecía ser de felicidad absoluta.
- ¡No eres Premio Anual! - sentenció triunfante - ¡Por Merlín, al fin alguien se ha comportado con algo de cordura en ese maldito colegio!
- ¡Pues por lo que veo tú tampoco llevas ninguna chapa, así que tampoco eres el Premio Anual de este año! - contraatacó ofendida.
- ¡Claro que no lo soy! ¿Cómo podría serlo si casi asesiné a Dumbledore el curso pasado? - argumentó bajando el tono de voz. Al parecer no parecía demasiado orgulloso con lo sucedido - Además, sería un escándalo que el Premio Anual de este año fuera el hijo de un mortífago… Aunque bueno, parece ser que tampoco quieren que lo sea una sangresucia - reflexionó el rubio en voz alta. Esta vez no había dicho “sangresucia” con ánimo de fastidiar, pero Hermione se ofendió igualmente, a lo que replicó bastante alterada:
- ¡Si no soy Premio Anual ten por seguro que no es por ser hija de muggles! No todo el mundo tiene tantos prejuicios como tú, debe de haber otra razón… Dumbledore jamás lo… - calló de repente y bajó la mirada al suelo. Por un momento lo había olvidado. Dumbledore estaba muerto, ya poco importaba qué hubiera hecho él de haber continuado siendo el director de Hogwarts. Una pequeña lágrima surcó su mejilla.
- ¡Despierta de una vez, Granger! Tienes las mejores notas de todo el colegio, somos los mejores estudiantes de nuestro curso, ¿no crees que debería ser suficiente para ser Premio Anual? - afirmó más que preguntó Draco. Volvió a mirar al exterior por la rendija entre las cortinas. Ya estaba oscuro y no se veía nada, pero parecía no importarle, pues seguía con la mirada fija en el exterior.
Hermione suspiró levemente. ¿Acaso podía ese pretencioso tener razón en eso? ¿No era la Premio Anual por provenir de familia muggle? ¿No era la Premio Anual por ser una sangresucia? Eso era imposible, después de haber acabado con Voldemort, el mayor precursor de la limpieza de sangre en el mundo mágico, ¿le negaban el Premio Anual por no ser sangre pura? Definitivamente no podía ser por eso. Sin embargo, tenía las mejores notas de todo el curso y parecía no haberle servido de nada. ¿Y Malfoy? Sus notas también eran ejemplares. Aunque en este caso estaba claro que los acontecimientos del curso pasado habían afectado en la decisión. ¿No debería ser la elección del Premio Anual algo imparcial, solamente basado en las calificaciones académicas? Parecía que habían decidido cortar con las complicaciones de raíz. La sociedad estaba todavía muy sensibilizada con el tema, lo mejor debía de ser no ofrecer el cargo a nadie que fuera claramente partidario de alguno de los dos bandos. Y parecía bastante claro donde estaban las preferencias de cada uno. Ningún hijo de mortífago, ningún hijo de muggles. No, definitivamente esa decisión salomónica - si era lo que habían decidido al final - no le gustaba ni un pelo. ¡No era justo! No era justo que después de haber estado estudiando tantos años, esperando obtener ese premio, ahora se lo denegaran de forma tan vil. Había sido su mayor sueño desde que supo de su existencia, ¡maldita sea! ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado?
Su ira había ido creciendo por momentos, sin poderlo evitar. ¿Acaso toda la vida iba a ser igual, sin obtener nunca lo que deseaba? En un arranque de frustración golpeó la pared del compartimento con la mano. Pero lo único que consiguió fue dejarla dolorida y enrojecida por el golpe.
Malfoy miró de reojo cómo Hermione masajeaba la mano golpeada. Así que ahora está enfadada - dedujo - Bah, resulta tan evidente que no había pensado en esa posibilidad. A veces me pregunto si no lo harán a propósito, porque es muy difícil ser tan patéticamente inocente, incluso perteneciendo a Gryffindor.
La verdad es que en una situación normal, nada le hubiera divertido más que burlarse de la frustración de la castaña, recordarle su impuro origen y disfrutar de sus airadas contestaciones. Pero estaba demasiado preocupado como para distraerse con tonterías. Parecía mentira que ya nadie se preocupara por leer el periódico, estaban todos tan eufóricos y extasiados con el imbécil de Potter que ni siquiera se habían ocupado de reforzar las medidas de seguridad de Azkaban. Y esa mañana había leído una noticia importante en El Profeta: su padre y su tía Bellatrix se habían fugado la noche anterior. Y la gente simplemente había dicho “vaya, pues tendremos que buscarlos” como si en vez de los dos mortífagos más terroríficos, los que se hubieran fugado fueran dos tiernos gatitos.
Una sonrisa de superioridad brotó inconscientemente de sus labios. Nadie subestimaba a un Malfoy, y menos si se trataba de Lucius. Estaba seguro de que acabarían pagándolo caro. Que el Señor Tenebroso hubiera caído no quería decir que el mago que más odiaba a los muggles - que seguía vivo, por supuesto - se quedara de brazos cruzados viéndolas venir. Debía prevenir a la vieja urraca de McGonagall, sobre todo si quería acabar el curso en paz. Y eso era precisamente lo que pretendía, que su último curso en Hogwarts fuera lo más tranquilo posible. Aunque eso significara pasar olímpicamente de su padre y de sus oscuros planes, que de seguro ya tenía.
Creo que me estoy ablandando - pensó distraídamente minutos más tarde mientras observaba como su compañera de compartimento dormitaba con el ceño fruncido y los puños apretados en, todavía evidente, signo de enfado - debería haberla echado de verdad. Esta maldita sabelotodo me crispa los nervios, aun no entiendo cómo he conseguido aguantarla todo el viaje.¡A ver si va a ser verdad que Potter es un santo!
- ¡Granger! - graznó - Ya estamos llegando, ¡mueve el culo!
Hermione abrió los ojos lentamente. La grave voz la había sobresaltado y no sabía donde estaba. Miró hacia ambos lados del compartimento haciéndose cargo de la situación. Ahí estaba Malfoy, preparando su baúl. Un momento - se alarmó - ¿He estado todo el viaje con Malfoy? ¿Acaso nadie se ha dado cuenta de que no estaba? ¿Ni siquiera Ron? Claro, - sonrió tristemente - él sería el último en enterarse, seguro que había pasado un viaje la mar de entretenido, con un buen lote de chicas adulándole.
Observó como Malfoy terminaba de empacar las cosas que había sacado durante el viaje. Su baúl debía de estar en el compartimento que había elegido al llegar, justo antes de que la marea humana casi la ahogara mientras se dirigía al vagón de los prefectos. Los elfos domésticos lo llevarían más tarde hasta su habitación - recordó con resentimiento -. No entendía por qué no los dejaban cargar con su propio equipaje, que ella supiera no había ningún alumno manco.
El tren paró definitivamente. Draco abrió la puerta y salió presuroso, sin decir ni una sola palabra. Hermione lo siguió, pocos pasos atrás, y saltó con alegría a la estación de Hogsmeade. Vio a Hagrid a lo lejos, llamando a los de primero. Oteó con rapidez entre todos los alumnos buscando a alguien conocido, y vio a lo lejos un par de cabelleras pelirrojas. Se lanzó a la carrera para alcanzarlos enseguida, no pensaba hacer el trayecto en carruaje hasta el colegio con algún otro indeseable.
- ¡Herms! ¿Dónde te habías metido? - preguntó Ginny al verla llegar corriendo.
Todavía no había conseguido recuperar el aliento cuando escuchó una odiosa voz a sus espaldas:
- Sangresucia… que no te haya lanzado ninguna maldición durante el viaje no quiere decir que no vaya a hacerlo en otro momento. No ha cambiado absolutamente nada, ¿entendido?
- No contaba con ello, hurón engreído - respondió ella sin siquiera girarse, y continuó caminando hacia los carruajes junto a sus dos amigos.
Ginny se la quedó mirando con un claro interrogante que Hermione prefirió ignorar. Se giró levemente para observar como Malfoy apretaba la mandíbula con fuerza y giraba sobre sus propios talones en dirección a sus compañeros. Algo le decía que ese no era el primer desplante que recibía Malfoy ese día. Hermione seguía ignorándola, pero igualmente le preguntó:
- ¿A qué ha venido eso? ¿Con quién has estado durante el viaje, Herms?
- Sí, Mione, ¿dónde te habías metido? - se interesó Ron, que se había mostrado ausente hasta el momento y ni siquiera se había percatado del comentario de Malfoy.
Se volvió bruscamente hacia él, con el ceño fruncido y una mirada entre incrédula y colérica. Ginny suspiró, sabía de sobras qué era lo que venía a continuación.
- ¿Ahora te interesas por mí, Ronald Weasley? - siseó en un tono amenazadoramente agudo - ¡Si por ti fuera, ahora mismo estaría aplastada en el pasillo del tren!
Ron tragó saliva con dificultad, ¿qué había hecho ahora para que se pusiera así? La verdad es que Hermione enfadada daba bastante miedo, sobre todo cuando utilizaba ese tono chillón que le recordaba tanto a su madre.
- Mione… No sé de qué me estás hablando…
- ¡Claro que no lo sabes! ¿Cómo ibas a saberlo si sólo tenías ojos para el grupito de chicas que estaba adulándote? - subió el volumen inconscientemente - ¡Si Malfoy no llega a sacarme de allí hubiera muerto asfixiada!
- ¡Cómo? - exclamó Ginny, repentinamente interesada en la discusión. Agarró a Hermione de un brazo y la volteó hacia ella - ¿Has estado con él? ¿Y cómo ha sido?
- Un infierno, por supuesto.
En esos momentos, la cara de Ron estaba tan roja como su pelo, tenía los ojos abiertos como platos y el labio inferior le temblaba compulsivamente.
- ¡Has estado todo el viaje con el inútil de Malfoy! ¡En vez de venir con nosotros! Cómo has podido… ¡traidora!
- Pues con todo lo ruin que es Malfoy, al menos él me ha ayudado. No sé dónde está aquí el traidor, a lo mejor deberías poner en orden tus prioridades - escupió enfadada. Acto seguido se subió al primer carruaje que encontró, junto a unos cuantos Ravenclaws.
Definitivamente esta vez se había pasado. Estaba más que claro que no pensaba volver a hablarle. Al menos, no hasta que fuera a pedirle disculpas. Sabía que en cuanto lo viera con esa carita triste que ponía siempre que se enfadaba con él, se arrepentiría de haber tomado esa decisión. Pero esta vez sería fuerte, que la llamara traidora era algo que no pensaba tolerar. Ni aunque fuese él quien lo decía, esta vez no iba a perdonarlo tan fácilmente como siempre. Esta vez no.
//////////
Ron y Ginny montaron en el carruaje en el que acababa de subir Luna. Ésta desdobló inmediatamente el ejemplar del Quisquilloso que había estado leyendo durante el viaje en tren y lo volvió a colocar, del revés, frente a ella, para continuar con el artículo que había dejado a medias.
- Hermanito, eres un idiota - le reprochó indignada Ginny - esta vez te has pasado, a ver ahora cómo lo arreglas - acabó por compadecerle.
- ¡Ha viajado con Malfoy! ¡Con el hurón! - exclamó con un grito cargado de frustración - ¡Eso es imperdonable! ¿Me oyes? ¡Imperdonable!
Ginny suspiró. ¿En serio que eran hermanos? No podía creer que de verdad tuviera un hermano tan estúpido como éste.
- ¿Y no se te ha ocurrido parar a pensar que quizás la pobre Hermione ha tenido que viajar con ese indeseable por tu culpa? - dejó caer, cansada ya de tanta estupidez.
Ron se cruzó de brazos y frunció el ceño, completamente enfurruñado. ¿Acaso todos se iban a volver en su contra? ¡Había viajado con Malfoy! ¿Es que no tenía derecho a enfadarse?
Una ligera brisa alrededor de su cuello hizo que alzara la vista, para encontrarse con una Luna Lovegood dándole aire insistentemente con el ejemplar del Quisquilloso.
- ¿Se puede saber por qué narices haces eso, lunática? - le recriminó malhumorado.
Luna paró de golpe y se volvió a sentar en su puesto, cabizbaja.
- Lo siento, no pretendía molestarte - se disculpó - no quería que ningún nyhernaluflit de plumas rizadas te dejara la cara con esa expresión para siempre - explicó con gesto compungido.
Ginny dedicó a su hermano una más que significativa mirada, la pobre Luna no tenía la culpa de que fuera tan borrico y tan terco. Sin embargo, Ron no parecía dispuesto a disculparse ante nadie ese día, pues sin variar el gesto anterior arrugó la nariz y cerró los ojos con fuerza, demostrando que todavía estaba más enfadado si cabe. Ginny bufó exasperada y Luna volvió a dirigir su triste mirada hacia el periódico. Ninguno volvió a abrir la boca hasta la llegada al colegio.
////////////////
Todos avanzaron por los terrenos de Hogwarts con alegría. Parecía mentira que fuesen allí para estudiar, pues por el ánimo que mostraba la mayoría era como si volvieran a casa después de un largo viaje.
Hermione inspiró profundamente al entrar en el hall, por un momento olvidó los enfados y discusiones de la tarde. Esa era la última vez que volvería a Hogwarts después de las vacaciones de verano, la última vez que los nervios le harían cosquillas en el estómago al comenzar un nuevo curso. La última vez de tantas cosas, parecía mentira que ya fuera su último año.
Y entonces lo vio, ahí estaba Harry: flanqueado por McGonagall y Snape, que a un lado de la escalera batallaban por mantener a los alumnos en orden.
¡Un momento! - recapacitó - ¿qué hace Snape aquí? Esto es demasiado surrealista, primero Malfoy, y ahora Snape.¿Qué demonios está ocurriendo?
Intentó abrirse paso rápidamente entre la aglomeración que se había formado alrededor de Harry, y para cuando lo consiguió, pudo verlo con la sonrisa más auténtica que jamás había mostrado. Se abrazaron con fuerza, como si hiciera años que no se hubieran visto.
- Harry, ¿qué hace aquí Snape? - no pudo evitar preguntar Hermione, a pesar de la alegría del momento. No soportaba no comprender algo, y la situación era bastante rara. Pero Harry solamente negó con la cabeza, sonriendo.
- ¡Hoy es el día más feliz de mi vida! - le confesó al oído.
Las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe, y McGonagall les instó a que entraran rápido, y tomaran asiento en sus respectivas mesas, pues la ceremonia de selección estaba a punto de comenzar.
En pocos minutos ya todo estaba listo. No había ningún alumno fuera de su sitio; cada uno estaba sentado en la mesa de su casa, y los de primero estaban frente a la mesa de los profesores.
De repente, una voz retumbó en todo el comedor, haciendo que cesasen todos los cuchicheos:
- ¡Bienvenidos a un nuevo curso en el colegio Hogwarts de magia y hechicería!
Tras unos primeros segundos de silencio sepulcral, el colegio entero estalló en gritos de júbilo y lágrimas de alegría. Pues frente a ellos había aparecido, por arte de magia, el mejor mago y director que jamás había tenido Hogwarts: Albus Dumbledore.
1 comentario:
Pienso que es muy fiel al original en cuanto a la forma de actuar de los protagonistas, está relmente bien escrito, Abi!! Gracias, sabía que Dumbledore no podia morir :')
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